No tiene un atril como en un congreso. No tiene un escaño con internet, teléfono y un micrófono particular. No poseen un programa de televisión de máxima audiencia. Ni revistas. Ni periódicos. Ni el pulpito de una iglesia. Ni chóferes. Ni agencias de publicidad. Ni marcas de lavadoras o armamentísticas. Tiene un cajón y son predicadores de saldo. De rebajas. Pero el mensaje, para el caso es el mismo. ¡Síganme, que conmigo se salvan!
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